Leishmaniasis
La leishmaniasis es causada por un protozoo parásito del
género Leishmania, que cuenta con más de 20 especies diferentes y se transmite
a los humanos por la picadura de flebótomos hembra infectados. Se conocen más
de 90 especies de flebotominos transmisores de Leishmania.
Hay tres formas principales de leishmaniasis:
·
Leishmaniasis
visceral (también conocida como kala azar): en más del 95% de los casos es
mortal si no se trata. Se caracteriza por episodios irregulares de fiebre,
aumento del tamaño del bazo e hígado y anemia. Es altamente endémica en el
subcontinente indio y África oriental. Se estima que cada año se producen en el
mundo entre 50 000 y 90 000 nuevos casos de leishmaniasis visceral. Los
programas de eliminación del kala-azar en Asia Sudoriental están haciendo
progresos continuos, y el número de casos está disminuyendo en los tres países
endémicos principales: Bangladesh, India y Nepal.
·
Leishmaniasis
cutánea (LC): es la forma más frecuente de leishmaniasis, y produce en las
zonas expuestas del cuerpo lesiones cutáneas, sobre todo ulcerosas, que dejan
cicatrices de por vida y son causa de discapacidad grave. Aproximadamente un
95% de los casos de leishmaniasis cutánea se producen en las Américas, la
cuenca del Mediterráneo, Oriente Medio y Asia Central. Más de dos terceras
partes de los casos nuevos aparecen en seis países: Afganistán, Argelia,
Brasil, Colombia, República Islámica del Irán y República Árabe Siria.
·
Leishmaniasis
mucocutánea: conduce a la destrucción parcial o completa de las membranas
mucosas de la nariz, la boca y la garganta. Más del 90% de los casos de
leishmaniasis mucocutánea se producen en el Brasil, el Estado Plurinacional de
Bolivia, Etiopía y el Perú.
Transmisión.
Ciclo biológico de la Leishmaniasis |

Phlebotominae
Su longitud es de aproximadamente 2,5 mm, son de color gris
amarillento o amarillo pálido, el cuerpo es peludo y recuerda al de una
polilla, las antenas largas y delgadas, la probóscide o trompa es más larga que
la cabeza. Su ciclo de vida consta de cuatro fases: huevo, larva, pupa y
adulto, y puede tardar en completarse unos dos meses en condiciones favorables.
La hembra pone 40-60 huevos. Los huevos son alargados y de color marrón
brillante. La larva, semejante a una oruga, es diminuta, de unos 0,5 mm de
longitud. La pupa es de color amarillo pálido y tiene la cutícula vieja de la
larva pegada al extremo del abdomen.

Principales factores de riesgo:
1. Condiciones
socio-económicas:
La pobreza aumenta el riesgo de leishmaniasis. Las malas
condiciones de vivienda y las deficiencias de saneamiento de los hogares pueden
promover el desarrollo de los lugares de cría y reposo de los flebótomos y
aumentar su acceso a la población humana. Los flebótomos se ven atraídos por el
hacinamiento, ya que constituye una buena fuente de ingesta de sangre. Las
pautas de comportamiento humano (por ejemplo, dormir a la intemperie o en el
suelo) también es probable que aumenten el riesgo. El uso de mosquiteros
tratados con insecticida reduce el riesgo.
2. Malnutrición:
Las dietas bajas en proteínas, hierro, vitamina A y Cinc
aumentan el riesgo de que la infección progrese hacia el kala-azar.
3. Movilidad
de la población:
Las epidemias de las dos formas principales de
leishmaniasis a menudo se asocian con la migración y el desplazamiento de
personas no inmunizadas a zonas donde ya existen ciclos de transmisión.
4. Cambio
climático:
La leishmaniasis es sensible a las condiciones
climáticas, y los cambios en las precipitaciones, la temperatura y la humedad
influyen en gran medida en la enfermedad.
a. Cambios
de temperatura, precipitaciones y humedad pueden tener efectos importantes en
los vectores y los reservorios animales, al alterar su distribución e influir
en las tasas de supervivencia y el tamaño de la población;
b. Pequeñas
fluctuaciones en la temperatura pueden tener un acusado efecto en el ciclo de
desarrollo de los promastigotes de Leishmania en los flebótomos, y permitir que
el parásito se transmita en zonas donde la enfermedad no era previamente
endémica.
Diagnóstico y tratamiento:
El diagnóstico de la leishmaniasis visceral se realiza
mediante la combinación de un examen clínico con pruebas parasitológicas o
serológicas (pruebas de diagnóstico rápido y otras). Las pruebas serológicas
tienen un valor limitado en las leishmaniasis cutánea y mucocutánea. En el caso
de la leishmaniasis cutánea, el diagnóstico se confirma cuando los análisis
parasitológicos corroboran las manifestaciones clínicas.
El tratamiento de la leishmaniasis depende de varios
factores, como la forma de la enfermedad, las afecciones comórbidas, la especie
del parásito y la ubicación geográfica. La leishmaniasis es una enfermedad que
se puede tratar y curar, pero para ello es necesario un sistema inmunitario
competente, dado que los medicamentos, por sí solos, no son capaces de eliminar
el parásito del organismo. Todos los pacientes a quienes se haya diagnosticado
leishmaniasis visceral requieren la administración inmediata de un tratamiento
completo. Ciertas formas de leishmaniasis cutánea no necesitan tratamiento al
ser autolimitadas; sin embargo, la leishmaniasis visceral (sintomática o no) y
la mucocutánea sí lo precisan. Los fármacos de elección clásicamente han sido
los antimoniales pentavalentes y la pentamidina.
Prevención y control:
La prevención y el control de la leishmaniasis requieren una
combinación de estrategias de intervención, ya que la transmisión se produce en
un sistema biológico complejo que engloba el huésped humano, el parásito, el
flebótomo vector, y, en algunos casos, un reservorio animal. Las principales
estrategias tienen en cuenta lo siguiente:
·
El diagnóstico temprano y la gestión eficaz de
los casos reducen la prevalencia de la enfermedad y previenen la discapacidad y
la muerte. La detección precoz y la rápida instauración del tratamiento ayudan
a reducir la transmisión y a controlar la propagación y la carga de la
enfermedad.
·
El control de los vectores ayuda a reducir o
interrumpir la transmisión de la enfermedad al controlar los flebótomos,
especialmente en el contexto doméstico. Entre los métodos de control figuran
los insecticidas en aerosol, los mosquiteros tratados con insecticida, la
gestión del medio ambiente y la protección personal.
·
La vigilancia eficaz de la enfermedad es
importante. La notificación rápida de datos es fundamental para el monitoreo y
la adopción de medidas durante las epidemias y las situaciones en las que hay
una elevada tasa de letalidad a pesar del tratamiento.
·
El control de los reservorios animales resulta
complejo y debe adaptarse a la situación local.
REFERENCIAS BIBLOGRÁFICAS:
2. Ramos,
J.M, & Segovia, M. (1997). Estado actual del tratamiento farmacológico de
la leishmaniasis. Revista española de Quimioterapia, 10, 26-35.
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